Los perros me fascinan. Adoro a esos bichos peludos, cómo miran, cómo se mueven, cómo viven. A veces les envidio. He tenido 3 perros durante toda mi vida, y siempre he pensado lo mismo: son una inspiración. Un perro no busca grandes aspiraciones como un hombre, y aunque su humildad pueda pensarse que es fruto de ser menos inteligente, lo que le falta en deseos le sobra en agradecimiento y compañía. Porque un perro no quiere el mejor juguete del mundo: quiere a sus dueños. Para un perro sus dueños son su mundo, son literalmente su manada, es todo lo que necesitan y aprecian. Al pensarlo me viene una sensación agridulce, entre admiración por lo dedicados que son a su familia (y el ejemplo que eso es) y lo duro que debe ser ver partir a un familiar, perder el sentido cuando tu manada se corta.
No tengo demasiada idea de cómo se comporta un perro fuera de la mano del hombre. En la calle solo retazos, de perros callejeros que van tristes, que van solos, que más que un perro son el recuerdo de otro que fueron o podrían ser. Ya no tienen familia aunque querrían pero tanto miedo a que les golpeen otra vez impide que la tengan. En lo salvaje, no soy capaz de pensar qué harían. Pero si puedo pensar qué hacen los lobos.
Hablando mal, un lobo es un perro pero de otra forma. Los lobos pocas veces están solos. Necesitan igual que su pariente perruno una manada en la que apoyarse, o lo que es lo mismo, sobre la que organizarse. Y esto es algo que me encanta de ellos. Se organizan, de tal modo que todos los miembros son importantes.
A la hora de moverse en grupo, los lobos suelen ir en líneas rectas. Se dividen casi siempre así: en la cabeza de la línea van los más ancianos, los enfermos y los más débiles. Detrás de ellos van los lobos dominantes y más fuertes, los que suelen cazar más o han demostrado ser más tenaces. Luego, el resto del grupo continua. Y al final de todos está el famoso macho alfa, que desde detrás vigila, empuja al grupo y evita que cualquiera se rezague o hayan amenazas.
Es un método instintivo, pero que nos dice mucho. Creo que nosotros como personas deberíamos aplicar ese mismo método, y creo que si escuchasemos esa voz de la naturaleza, la sociedad mejoraría.
Porque el anciano aunque lento marcará un paso firme, sabrá los caminos y su experiencia ayudará a los otros. Porque los débiles van tras los anciano, que sabrán con su experiencia ayudarles hasta que se repongan. Los fuertes por su parte defenderán a los débiles y al resto, conseguirán que todo sea estable. Y por último los líderes no serán los que obliguen al paso rápido, sino que vigilarán que el grupo no pare de avanzar, que nadie sea olvidado y que todo funcione.
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