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25 enero 2013

Otra vez me pierdo

Una vez más llego a esa parada. Me siento en el bus y vuelvo a casa. Y ahí se acaba todo. Ahora es siempre así. Volvemos a ese hogar en el que parece no pasar el tiempo. Parece que no quieren entender en él que puedas querer cambiar algo. Pero qué más da.

Vuelvo a cerrar la puerta de la habitación, a poner otro capítulo de otra serie, gastar horas sin más en un juego o tocar otra canción que sólo yo escucho. Vuelvo a repasar los apuntes de historia, sin ganas. "¿Acaso esto me servirá de algo?" pienso mientras lo grabo a fuego en mi mente, pero tenuemente, lo suficiente para un mes.

Dejo de escribir y de subrayar, paro de grabar ideas absurdas y autores sin sentido en mi cabeza. No me queda nada por hacer. Miro de nuevo mi cuenta de correo. Spam. Miro mis redes. Ni un comentario.

Parar matar el tiempo decido comer algo, y pasear a mi perra. Mientras paseo veo a gente del pasado, gente que agacha la mirada al verme. No sé si es que no se atreven a observarme, o simplemente se avergüenzan de mi como siempre. El paseo no se alarga demasiado, y vuelvo a casa.

Un odio se crece tras las paredes, entra en mi habitación. Me grita, me recuerda lo malo y me merma un poco más mis deseos y sueños. Me saca demasiadas veces de mis casillas. De nuevo, me levanto y cierro la puerta. Pero ahora no hay nada que quiera hacer.

Hago tiempo. Me quedo sentado. Espero, no sé a qué. Me empujo a mi mismo y salgo de ese pseudotrance. Al menos, aprovecharé para matar más tiempo, veré alguna serie o película. Al final llega la madrugada.

Una ducha de 5 minutos para limpiarse, y 25 para pensar mientras el agua cae. ¿Pensar en qué, en lo mismo que pienso todo el día? Salgo sin secarme del todo, y aún así me visto, sin importarme que la ropa se moje. Es tarde, así que mejor será cepillarse los dientes.

Apago las luces. Miro twitter por última vez, pensando si contar o no algo. Apago todo. Desconecto el wifi, y me tumbo en la cama, asegurándome antes de que el móvil tiene la alarma puesta.

Pienso qué haré mañana. Pero no lo sé. Siempre es lo mismo, seguramente sea otro día igual. Y despierto de nuevo, con el zumbido del móvil.

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